Una decisión es un cóctel -Molotov- de buena voluntad y de información. La vida está llena de decisiones tomadas con la mejor de las voluntades y poca información. Sus resultados son variados y, siempre y cuando las consecuencias no sean graves, nos quedará el consuelo de decir aquello de «lo hice pensando que era lo mejor». Por desgracia las decisiones en el marco de las organizaciones -públicas o privadas- suelen ser más complejas de justificar.
En los últimos meses dos noticias me han hecho reflexionar en este aspecto. Tras leer a finales de noviembre que la web del senado que costó 45.000 euros había sido reproducida a coste cero mediante software libre, hace unos días nos llega la noticia de que las críticas paralizan la renovación de la web de turismo de Extremadura cuyo presupuesto ascendía a 1.050.000 euros. Orondos presupuestos para plataformas web con algo en común: software propietario. Sin dudar un sólo momento de la buena voluntad subyacente en esta decisión me gustaría hacer tres reflexiones al respecto:
- El sentido de hacer las cosas: una presencia web excelente no significa tener una plataforma web excelente a nivel de diseño. Ni siquiera en cuanto a funcionalidad. Se trata de conseguir de manera más eficiente los objetivos estratégicos de la empresa. Si tardas más de tres segundos en recitar al derecho y al revés los objetivos estratégicos de tu organización, empieza por ahí… la presencia web será una consecuencia.
- La gran diferencia entre poner en marcha herramientas y procesos: la mejor escopeta de caza no nos convierte en los mejores cazadores. Una vez definidos los objetivos que nos vamos a plantear con nuestra presencia en Internet en el marco de los objetivos globales de la organización llega el momento de pensar en los procesos que usarán esas herramientas, pero sobre todo en las personas que participarán en esos procesos. Demasiado a menudo desligamos «poner un blog» de «activar los flujos de información en el seno de la organización». Demasiado a menudo nos extraña no obtener ningún resultado a pesar de tener una página web carísima.
- La estrategia del cambio: la velocidad a la que cambia nuestro entorno es vertiginosa. Cambian las necesidades y cambia -radicalmente- la manera de acceder y compartir la información. Cualquier plataforma web está destinada a ser cambiada por otra mejor, por lo tanto será de máxima importancia la capacidad de evolución y los costes asociados a los futuros cambios de la plataforma elegida. Es descabellado pensar que una plataforma web va a ser una inversión puntual mas o menos fuerte que se amortice en varios años.
Tomar en cuenta estas tres reflexiones pueden ahorrarnos tiempo y dinero, pero sobre todo pueden ponernos en la pista de maneras más eficientes de hacer nuestro trabajo o de dar un mejor servicio a nuestros clientes o usuarios. Y no lo dudes, si no lo haces tú, es cuestión de tiempo que lo haga tu competencia.